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martes, 28 de octubre de 2014

Las cataratas, explicadas paso a paso

¿Cuándo aparece la catarata?
Quienes padecen cataratas saben muy bien cómo aparecieron las primeras señales de alarma. La formación de las cataratas no es súbita, no aparecen de un día para el otro, sino progresivamente. Son asintomáticas en el sentido que el paciente no sufre dolor. Incluso, en algún caso puede tener la sensación de que su vista ha mejorado un poco, sobre todo en lo que se refiere a la visión próxima. La manifestación de las limitaciones visuales que significan las cataratas sucede en situaciones en las que, por desgracia, pueden acarrearnos algún accidente: la conducción de nuestro coche o bajar unas escaleras mal iluminadas. En ese momento la visión borrosa puede causarnos una mala pasada. Vamos a hablar de la fisiología de una catarata y, después de cómo abordar su solución y, algo muy importante para la mayoría de los afectados: cuándo hacerlo.



¿Qué es?
Lo primero que debemos saber es que la catarata NO es una telilla o película que se forma sobre la superficie ocular. Es una patología que se genera en la parte del ojo llamada cristalino. El cristalino es una especie de lente de enfoque en el interior de nuestros ojos. A partir de los 40 años, aproximadamente, el cristalino empieza a perder su transparencia natural, se enturbia. Ello implica que los rayos de luz ya no pueden formar una imagen nítida en nuestra retina. Y no solo pierde transparencia sino también elasticidad y volumen. Al principio el problema se presenta en forma de vista cansada como se conoce popularmente a la presbicia; más tarde, todo este cuadro patológico desemboca en la catarata que puede limitar la visión de forma parcial o, en casos extremos, anularla completamente.



¿Cómo se trata?
Actualmente el procedimiento oportuno es reemplazar el cristalino afectado por una lente transparente artificial. Se practica una pequeñísima incisión de unos milímetros y se retira el cristalino afectado mediante la técnica de facoemulsificación que, básicamente consiste en aspirar la catarata con ultrasonidos o agua presurizada. A continuación, se procede a implantar una lente desplegable que se desdobla en el interior del ojo y se mantiene en su posición correcta gracias a unas extensiones en forma de milimétricos amortiguadores llamados hápticos.
Hablamos de una lente intraocular, de las llamadas tóricas, que puede llegar a corregir en ese mismo momento, además de la catarata propiamente dicha, otros problemas visuales como miopía, hipermetropía y astigmatismo. El diseño de las lentes tóricas aventaja a las monofocales, precisamente, en que permite corregir el grado de curvatura de la córnea que es lo que provoca el astigmatismo. Si tras una evaluación óptica se determina que el paciente es un candidato óptimo para el tratamiento, es posible decir adiós a las cataratas y adiós a las gafas en una misma intervención.

Forma de la lente tórica


¿Cuándo es el mejor momento?
Como no se curan solas y no existe tratamiento para detener su avance sino que se debe proceder a la sustitución del cristalino, tal como se ha explicado, el momento de acometer la intervención de las cataratas será aquel en el que el paciente sienta que su pérdida visual limita sus actividades y su vida cotidiana.

De acuerdo con las evaluaciones técnicas y el consiguiente diagnóstico, el oftalmólogo diagnosticará la catarata. Salvo excepciones, ese el momento para intervenir la catarata. Contrariamente a lo que se venía efectuando tradicionalmente que era esperar a que la catarata “madurase”, es decir, se endureciese, no es conveniente que las cataratas evolucionen mucho. Porque esa dureza dificultará su extracción y será necesario liberar más energía dentro del ojo en el momento de la intervención. 

Características de la intervención
Lo más notable y agradable para el paciente es que no es necesaria la hospitalización. El procedimiento se realiza de forma ambulatoria y con anestesia local en gotas. La duración del proceso no suele exceder los 20 minutos. El paciente puede regresar a casa o a su lugar de trabajo pues la recuperación funcional es inmediata. Pocos días después, la vista irá mejorando y alcanzando su visión máxima.

Vivir sin cataratas, un cambio espectacular
Lo primordial es que la catarata, en mayor o menor grado según la persona, disminuye la visión. Por tanto aumenta el riesgo de accidentes y caídas y reduce la autonomía de las personas que la sufren. Generalmente un 70% de mayores de 65 años que no siempre son conscientes de ello. 

Consultando a un profesional podremos obtener un diagnóstico correcto de nuestro caso y su solución más adecuada. Ver bien, vivir mejor.